EL NECESARIO CAMBIO DE LA ORIENTACIÓN EDUCATIVA




Hace hoy un año desde el inicio del confinamiento total que supuso el comienzo de un tiempo en nuestra vida y en nuestra sociedad: la “era de la pandemia”.

En aquel momento muchos orientadores educativos, algunos incluso avezados en el uso de tecnologías y entornos digitales, nos encontramos con el reto de hacer orientación educativa desde la distancia.

Mis últimas entradas en este blog fueron resultado de esos meses que vivimos desde el mundo educativo en general, y en la orientación educativa en particular.

Desde entonces he sentido la necesidad, como tantas personas, de fomentar mi propia resiliencia para, a pesar de toda esta dura experiencia, poder salir más fortalecido en lo personal y más competente en lo profesional.

Además, he sentido la necesidad de hacer reflexión en un tiempo que, ciertamente, es de reflexión. Es lo que toca y esta etapa puede permitir realizar una reflexión serena, profunda, con el tiempo necesario...

Mi principal conclusión de este proceso reflexivo es que ni la educación ni la orientación educativa están siendo útiles para las demandas que este siglo XXI plantea para los ciudadanos y por ende para nuestros estudiantes (y me refiero a demandas previas a las específicamente derivadas de la pandemia, que requerirán su propio tiempo y reflexión en todos los ámbitos sociales).

Un ejemplo que me parece significativo se encuentra en el análisis del mercado laboral de los últimos años pre- pandemia: cada año miles de jóvenes no encuentran empleo con una titulación académico-profesional bajo el brazo a cuya obtención han dedicado muchos años de su vida. Al mismo tiempo miles de vacantes de empleo se quedan sin cubrir por que las empresas demandantes no encuentran los candidatos que reúnan con las competencias necesarias para los puestos de trabajo ofertadas. Algo pasa. Algo no encaja.

Recientemente se ha aprobado una nueva ley educativa estatal (de nuevo sin consenso) y tendremos que ir viendo si su desarrollo por las diferentes administraciones educativas permite o no permite dar ese salto de calidad a nuestro sistema educativo, modernizarlo y hacerlo más coherente y cercano tanto a las necesidades y retos de la sociedad de lo que llevamos de siglo XXI, como de los tiempos que vendrán tras esta etapa pandemia que tan profunda y globalmente ha afectado.

Independientemente de la normativa, mi reflexión inicial es que sin un profesorado adecuadamente preparado en su formación inicial en todas y cada unas de sus competencias profesionales de un profesor (no solo en la técnico-científica que se sobreentiende) es imposible conseguir un cambio profundo en la educación de nuestro país. Sin ánimo de ser exhaustivo la formación inicial del profesorado del siglo XXI debería incluir necesariamente las competencias emocionales y sociales del propio aspirante a profesor, la formación sólida y practicada en metodologías activas e innovadoras basadas en la evidencia educativa y, finalmente, la formación en las competencias precisas para posibilitar un aprendizaje accesible para a todos y cada uno de los alumnos.

En el ámbito que más me ocupa y me preocupa, que es la Orientación Educativa, he llegado a la convicción de que son necesarios una serie de cambios profundos, significativos y radicales que deben ser liderados, reivindicados e impulsados por los propios orientadores educativos (y si están en red mucho mejor). De algunos de algunos de estos temas ido ya escribiendo a lo largo del blog.

En primer lugar, considero que el actual modelo de atención a la diversidad resulta poco eficiente, por decirlo de alguna manera. Creo que a pesar de los enormes esfuerzos y la dedicación de miles de profesionales los resultados del modelo están lejos de considerarse aceptables. (No olvidemos que, a pesar de la mejoría de los últimos años, seguimos internacionalmente, a la cola en abandono escolar temprano, y a la cabeza en tasas de repetición del alumnado).

En mi opinión el cambio de modelo requiere unas condiciones
  • Que los centros educativos ofrezcan una verdadera educación inclusiva.
  • Pasar de las adaptaciones curriculares a un currículo universal, accesible a todo el alumnado del centro (D.U.A.)
  • Limitar al máximo la “psicopatologización” y la etiquetación de aquel  alumnado que se sale de una determinadas normas o pautas y valorar más y mejor la neurodiversidad del alumnado como fuente de la riqueza y diversidad humana así como garantizar su accesibilidad al aprendizaje.
  • Dejar de centrar el proceso de evaluación psicopedagógica en el alumno y sus déficits para hacer hincapié en las fortalezas y potencialidades del alumno y en cómo funcionan los diversos elementos del contexto escolar de tal forma que una parte sustancial de la intervención educativa  sea ir consiguiendo unas aulas que permitan un aprendizaje auténticamente  accesible para todos y un  centro verdaderamente implicado en mejorar cada día la inclusividad de la educación que ofrece a su comunidad.
  • Dotar a los Equipos y/o Departamentos de Orientación de psicoterapeutas (la promoción y prevención de la salud desde la escuela y en la escuela) y de educadores sociales (los problemas de conducta y convivencia requieren también respuesta desde el centro educativo y en referencia a la comunidad en la que el centro educativo se encuentra)
En segundo lugar, me parece esencial que los Orientadores Educativos promovamos y seamos agentes activos de la implementación de programas rigurosos y basados en la evidencia de educación emocional y social. He dedicado muchas entrada del blog a este ámbito, pero considero que hemos entrado en una especie de moda, de activismo, de improvisación, en la que cualquiera se poner a realizar actividades de educación emocional sin la formación necesaria (cualquier educador puede hacer educación emocional, o lo que es lo mismo intervenir en la salud emocional de su alumnado), sin la continuidad necesaria, sin saber si realmente tales o cuales  actividades han demostrado que son eficaces en la mejora de la inteligencia emocional del estudiante.

Por último, considero que la orientación profesional y vocacional tiene que ser un elemento estratégico de todo el centro educativo, no solo del orientador o los tutores: equipo directivo, profesorado, familias y empresas del entorno deben estar incluidos en el modelo y equipo de orientación profesional del centro, teniendo siempre el mercado laboral como referencia. De igual forma es esencial iniciar la orientación profesional y vocacional desde edades tempranas, desde la etapa de educación infantil y educación primaria, y no dejarla solo para momentos específicos de cambio de etapa o de estudios.

En próximas entradas trataré de profundizar más y mejor en muchos de los aspectos que he ido mencionando.

Foto: Pixabay. Libre.

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